Se acaba Febrero viajero en en el blog, y como no podía ser de otra manera, Silan, nuestro experto en gastronomía, estuvo de viaje y se fue nada menos que a Melbourne, Australia. Aquí os dejo la crónica.
Melbourne es una
de esas ciudades que enamoran. Llena de
parques perfectamente cuidados, calles limpias, transporte público gratuito en
el centro, cosmopolita y multicultural. El número de grúas delata que la
economía local va a buen ritmo, así como el carácter abierto y afable de sus
habitantes.
Para un viajero
solitario, como lo fui en este caso, la mejor opción para conocer la
gastronomía local es buscar gastrobares. Intenté buscar aquellos que me
parecieron que marcaban más tendencia en la ciudad y fueran muestra de los
gustos locales.
Mi primera
visita fue a Rice Paper Scissors.
Local canalla, escondido en una pequeña calle de ChinaTown, con música techo a
buen volumen. Camareros y cocineros jóvenes, irradiando felicidad y buen rollo.
Fogonazos de wok, cóckteles para acompañar los platos, cervezas artesanales. La
cocina es claramente oriental, fusión de la china, la camboyana, la tailandesa
en un concepto que roza el steet food con un toque muy fresco. Me senté en la
barra, sin duda el mejor sitio. Habría probado todos los platos, pero eso no
era posible, por lo que me dejé aconsejar.
Empecé con
ceviche, servido en una lata de conserva, refréscate y delicioso. Continué con
unos Pork Buns, 2 sabrosos panes chinos al vapor con cerdo, imprescindibles. Y
finalicé con un Crying Tiger. Carne deliciosa con una salsa picante que le daba
un buen ritmo al plato. A todo estos,
cortesía de la casa, unas alitas de pollo muy crujientes servidas con unas
salsa de mayonesa. Buenas, buenas. No pude evitar probar al menos un postre y
me recomendaron el Terrarium. Un vaso de cristal con mus de chocolate y
distintas tierras de chocolate sobre la que emergía una hoja de albahaca. Muy bueno.
Sushi Sakura. Barra de sushi en el área financiera de la ciudad.
Bastante purista, nada de fusión. Producto de buena calidad y precio ajustado.
Gyoza Douraku (Japanese Gyuoza Bar). Un Izacaya que me recordó a Tokio. Sopa con Gyozas impresionante y para acompañar una degustación de sakes. Acabé con un wagyu delicioso. Muy recomedable.
Chin-Chin. Local muy “cool” con decoración de inspiración en la era colonial del sudeste asiático. Forma parte de una cadena de restaurantes de moda en Melbourne. Techos altos y carteles de propaganda junto con rótulos de neón. Servicio profesional y desenfadado. De nuevo elegí la barra que daba a la cocina, lo que permitía ver la elaboración de los platos. De nuevo me decanté por un Crying Tiger-BBQ , en esta caso con wagyu, chilli tamarindo, arroz tostado, glass noodles y menta. La combinación es sorprendente. El picante combina perfectamente con la marga acidez del tamarindo. Choque de texturas. Un plato muy atrevido del que cada vez obtenía más matices. Fantástico.
De postre un “Palm
sugar ice cream sundae whit salted honeycomb & lime syrup”. Un postre los
muy golosos, con una miel y un caramelo que dejan de empalagar por el sirope de
lima. Me pareció impresionante.
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