jueves, 5 de marzo de 2015

L'Escaleta.

Fogones de brillantez


Visita de 4 buenos amigos, 2 parejas, con 3 niños de entre 2 y 4 años. Incertidumbre por saber si podríamos disfrutar como se merece este restaurante sin molestar a los demás comensales, pero nada más llegar tuvimos la fortuna (para todos) de ser alojados en un amplio reservado del restaurante. 

Señalar que la decoración es muy ecléctica, con mucha mezcla de estilos, pero mas que ver una integración hay un simple acople de los mismos. De todos modos el local es amplio y muy confortable. Sillas, mesas, cubertería, mantelería y copas dignas del nivel de cocina que se ofrece. 

Al sentirnos cómodos y relajados con nuestros pequeños en el reservado, optamos por el menú mas largo: Saboer. Fue un total acierto. 

Así tras efectista turrón salado, los platos fueron: 

-Morcilla, un entrante un tanto dulce. Acertado. 
-Yema de huevo, densa, como no puede ser de otra manera, intensa. 
-Hiervas crema de mostaza. Fresco y balsámico. Muy bueno. 


-Ostra volcánica. Sin duda el plato que más nos gustó. La textura y la la idea en sí es muy acertada. Primer destello. 
-Pastisset relleno de pata de ternera. Segundo destello de brillantez. Una ejecución magnífica. 
-Salmonete embarrado. Intenso.



-Arroz de caza y setas. Muy bueno. Servido en una llanda. Tercer destello. 
-Civet de liebre con cecina y jugo de sangre. De nuevo textura e intensidad de sabor.
-Importante el pan artesano con la manteca de hiervas que nos acompañó. 



-El espíritu de un Brioche. A estas alturas ya estábamos entregados. Magnífico tranpantojo. 
-Supermousse de chocolate. Destello final: el tamaño es impresionante, y parece que ademas de imposible es inadecuado finalizar un menú con un postre de semejante tamaño, pero se trata de un juego. La supermousse es tan, tan ligera que permite un perfecto fin del menú. 



Cafes e infusiones acompañados de la Tableta de chocolate de L'escaleta. Fantástica.
Respecto a los vinos, señalar que Alberto es un gran conocedor del mundo del vino. Tiene una carta magnífica y que busca estar fuera de estereotipos y modas. 



Empezamos con un Gruner Veltliner de Knoll 2013, que no nos terminó de convencer (error mío en la elección), pero afortunadamente continuamos con un Escombro, que es un vino de una bodega (Laboratorio Rupestre) que nos apasiona. 


Nuestros pequeños tomaron un arroz de puchero, que además fue invitación de casa. Servicio impecable. 

La verdad es que más que destellos de brillantez, en la cocina de L'Escaleta hay fogones de brillantez, y los reconocimientos de Kiko Moya y su equipo son más que bien merecido.
Una grata experiencia por la cocina y por la compañía de nuestros amigos.


Texto y fotos de Silan nuestro experto en gastronomía.

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